octubre 13, 2005

VIAJERO


Siempre quise sentirme así, aspirando y transpirando placer hasta por el pelo y estaba seguro que en ese pueblucho a lo más me pegaría unas cuantas ladillas con la tía Rosalinda.
Llegué con 32 lucas dispuesto a vivir experiencias que dieran envidias a todos mis amigos del campo, dispuesto a hacer realidad todas esas cosas que veía en la tele y en los videos pornos que llegaban como gran novedad a mi tierra.
Supuse que lo mejor que podía hacer era preguntarle a un taxista, aunque en mi tierra los que más saben de estas cosas son los carabineros, pero acá en la capital me tincan más los taxistas que trabajan toda la noche y cerca del Terminal.
Me dijeron que las alternativas eran variadas, para todos los gustos y para todos los bolsillos y que por 3 lucas me llevaban en 2 minutos a la puerta de un buen local.
Me avalentoné y me fui de viaje con mi amigo taxista, lleno de collares y pulseras de oro, si hasta un diente brillante parece que tenía.
Por lo menos lo de los 2 minutos era verdad, si hubiese sabio tal me ahorro el taxi y me voy caminando, pero supongo que era la comisión que se ganaba mi amigo por el dato, ya me habían dicho que acá todos gana plata así, que no existen los favores.
El lugar era feo, nada que envidiarle el boliche de la tía Rosalinda, y la tía de acá hasta se le parecía, aunque no tenía los 100 kilos de peso y las pechugas gigantes en las que me dejaba dormir después de acabar dentro de ella a cuero pelao.
En fin, la capital es la capital y seguramente la calidad de las minas me lo dejaría en claro. La tía santiaguina me hizo pasar a una pieza que tenia lavamanos y ducha ahí mismo en la pieza, super cómodo encontré, na que ver como allà que había que salir de la pieza hasta el patio y allì uno se encontraba hasta con el alcalde cuando andaba de parranda. Me quede esperando como 2 minutos y de repente apareció la mina más rica que jamás había visto, era realmente hermosa, curvilínea, rubia rubia rubia, labios bien pintados, una mini falda increíble y unas botas blancas que se veía como la mina que sale en la tele, esa de las serie de detectives, la que parece barbi, la Pámela Anderson. No creo que nunca hubiese visto una mina tan rica y si me quedaba en mi pueblo, tampoco la vería nunca más. Estaba tan impresionado con la Pámela que ni se me paraba la cuestión, me costo un buen rato igual, aunque ella sin ni siquiera saludarme ya me estaba arragando la cosa. Estas santiaguinas son de otro mundo, las chinas más lo que huevean para verle el ojo a la papa aunque después no hay como quitárselo.
En fin, ya estaba a too ritmo, too bien, la mina media plana no más pero se le veía la media cuerá pa’ abajo así que daba lo mismo. Me puso sus tetillas en la boca, y eran tetillas porque tetas no eran, si yo seré huaso pero no soy hueón, además hartas películas que he visto. Así que como dice un amigo mío “entre ponerle y no ponerle, hay que puro ponerle” y me puse a chuparle como las tetillas como contratao, si parecía ternerito. Al toque la Pámela, como yo le había puesto porque nunca supe como se llamaba, se puso a jadear como que hubiese visto al diablo y eso si bien al principio me asustó, después me gustaba cada vez más…
La empecé a puntear como por la pierna y la Pámela me dijo que si quería entrar… la preguntita que me hacía si desde que la vi entrar por la puerta me dieron ganas de estar pilucho con ella… me dijo que me pusiera el gorrito y ahí me quedé marcando ocupao.. parece que la mina cachó porque se paró y tomo un profilac no sé cuanto y dijo que ella lo haría todo. La cagó la mina, se lo hecho a la boca y no me dí ni cuenta cuando tenía puesta esa cuestión en la tula, me apretaba por todos lados, parecía que tenía una prieta colgando. Se monto sobre mi y me agarró mi prietita con una mano mientras con la otra se echaba saliva y se mojaba la entrepierna pelua. Me decía ya papito, ahora vai a saber lo que gueno, y se empezó a mover encima mío, yo no sentía ni una cuestión, no sabía si lo tenía adentro o hueiando entre sus piernas pero tanto moverse y moverse igual taba rica la cuestión. No pasaron ni 2 minutos y acabé, más que por el coito yo creo que por las cosas que me decía y por los tremendos gritos que daba, yo creo que nadie se lo había echo tan bien como yo, o tal vez era porque lo tendría muy grande, no sé en realidad pero a los 2 minutos acabé y quedé chato… yo creía que la mina se iba a quedar conmigo un rato pero a penas se me doble mi cosa se paró y se limpió con un pedazo de confort que andaba trayendo y me dijo, ya papito, tamos listos, como si nunca hubiese pasado nada.
26-07-2004